That's life

Es uno de los días más tristes de mi vida. Lo que tanto temía que ocurra, ocurrió y no tengo consuelo. Todos dicen que era inevitable y que estaba muy viejito pero siendo honesta no me sirve de nada pensar en eso, ya no está. Me acompañó durante, prácticamente, toda mi vida. Llegó teniendo muy poquitos meses, cuando yo tenía 8 años, y a partir de ese momento compartimos millones de cosas juntos. Era un perro muy alegre, inteligente y de lo más tierno. Llegar y ver el parque sin él me terminó de destrozar. Sé que lo voy a recordar con todo el cariño y todo el amor que le tengo, como mi compañero de aventuras, como el turrito que pisaba todas las plantas, tomaba carrera y te saltaba hasta derribarte y le escapaba al agua. Nunca voy a olvidarme de cuando me caí de la bici y quedé tirada en el piso, fracturada y llorando, y vino corriendo, me llenó de besos, trató de levantarme, fue a buscar ayuda e hizo tanto quilombo que mi mamá lo escuchó desde la otra punta de la casa. Así de protector fue siempre conmigo y me hace bien pensar que lo seguirá siendo.
La última vez que lo vi tuve un sentimiento raro y nuestro saludo fue como una despedida. Algo en el fondo me advertía. Ojalá no haya sufrido, dicen que no.

Te voy a extrañar mucho, Bitter, mucho, mucho.