martes, agosto 14, 2012

‎"Quienes lo han visto cuentan que es la imagen de una enorme dignidad: la fotografía de un honor que ya no existe. Si se tiene suerte, se dejan ver por las sabanas de África. Son los viejos elefantes, cansados o enfermos, que desde tiempo inmemorial siguen una ruta que sólo ellos conocen, una ruta que tienen que caminar completamente solos, como obedeciendo una ley secreta escrita en alguna parte. Quienes lo han visto cuentan que la soledad con la que avanzan a paso más lento aún del acostumbrado provoca un respeto solemne que ningún otro animal puede provocar. El viejo elefante, cuando siente que está cercana su muerte, abandona la manada en silencio y al atardecer, la mira por última vez y se va muy lejos por un camino que probablemente nunca hizo, pero que sabe hacer. Y ese es el misterio de los elefantes, y la maravilla de su memoria. Tienen memoria de algo que no han vivido. Dicen que existen lugares al que todos ellos van a morir en soledad. Es el cementerio de los elefantes, y hacia allá se dirigen como los pájaros siguiendo una ruta no aprendida, marcada en el instinto de la vida desde el mismo instante del nacimiento. Con la trompa baja, quien sabe si recordando cada instante de los juegos en el río, de los baños de barro, de los apareamientos, de la manada, de la vida, caminan mirando los pasos que se van hundiendo en la tierra...". Francisco Javier Sancho Más

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