Primera semana en mi nuevo trabajo. Llega un pedido de librería: dos cestos de basura de escritorio. Pregunto para quiénes son y me contestan que para dos de los jefes. Llevo uno a la primera oficina y reemplazo el anterior cesto que estaba todo roto. Voy a la siguiente oficina a repetir la secuencia y, al entrar, con cesto en mano, le pregunto al jefe que estaba sentado lo siguiente: "Julio, usted tiene el tacho roto, ¿no?"
¿Para qué? Es el día de hoy que me joden diciendo que soy una confianzuda, una atrevida y una desenfrenada por llamar a Don Julio "culo roto". Y encima ahora todos le dicen "culo roto" y me miran.
Hace 2 semanas.
3 comentarios:
*revoleo de ojos
qué cpoco futuro le veo a usted en esa empresa =P
Ja. Esa oficina es un quilombo. Temo por mi integridad física y moral.
¡Chan!
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