Ella se está yendo de casa

Fue un miércoles a las cinco de la mañana cuando el día recién comenzaba. Silenciosamente, cerró la puerta de su habitación y dejó una nota, que deseaba dijera mucho más. Bajó a la cocina, agarrando fuerte su pañuelo, giró con cuidado la llave de la puerta trasera y salió afuera. Era libre.

Ella –le dimos toda nuestra vida– se está yendo –sacrificamos nustra vida– de casa –le dimos todo lo que el dinero puede comprar–. Ella se está yendo de casa después de haber vivido sola por tantos años.

Su padre roncaba mientras su madre se ponía la bata y agarraba una nota que estaba allí, sola, en lo alto de las escaleras. La madre estalló en lágrimas y llorando le dijo a su marido: "Pa, nuestra bebé se fue". "¿Cómo puede ser tan desconsiderada?" "¿Cómo me pudo hacer esto a mí?".

Ella –nunca pensamos en nosotros– se está yendo –nunca un pensamiento para nosotros– de casa –luchamos toda nuestra vida para salir adelante–. Ella se está yendo de casa después de haber vivido sola por tantos años.

El viernes por la mañana, a las nueve en punto, ella ya estaba muy lejos. Esperando mantener la cita que había arreglado con un hombre del comerio de motores.


Ella –¿en qué nos equivocamos?– se está –no sabíamos que nos estábamos equivocando– diviertiendo –diversión es lo único que el dinero no puede comprar–. Algo en su interior que siempre le fue negado durante tantos años. Ella se está yendo de casa.

Adiós.