El suicidio

Siempre me interesaron las distintas aristas del suicidio, los distintos enfoques y las distintas posibilidades de interpretación: mientras que para algunos es un pecado o un delito, para otros es una solución o un acto de puro altruismo. Mi interés se despertó cuando en la facultad estudié a Durkheim. Para él son fenómenos individuales que responden esencialmente a causas sociales, los clasifica en cuatro clases –egoísta, altruista, anómico y fatalista– y le da un matiz sociológico.A lo largo de la historia, diferentes personalidades se han quitado la vida: desde Hitler, Alfonsina Storni, Vincent Van Gogh, Hemingway hasta Kurt Cobain y Favaloro, entre tantos otros.

Más allá de mi interés e involuntariamente, el tema me tocó muy de cerca. Alguien quiso quitarse la vida en varias oportunidades. Según esta persona, ante cada frustración, problema o bajón de ánimo debe luchar en contra del deseo de suicidio; está implícito, presente, pero dormido; lo subyuga.
Tras varias cavilaciones, me sigo preguntando lo mismo: ¿hay personas que están más predispuestas que otras a considerar el suicidio como una opción? ¿Depende exclusivamente de la personalidad de la persona?
Si bien no me atormenta la cuestión, sí lo pienso de tanto en tanto; aún cuando estuve muy mal, nunca ni siquiera se me cruzó por la mente, nunca lo consideré.