Potencia intelectual del alma

"¿Siempre es así?", algo así fue lo que preguntó. La respuesta fue inmediata: "sí! siempre". Pero la pregunta fue prematura, no tenía idea de lo que vendría.
El efecto impactó rápido y las risas no tardaron en llegar. ¡No era para menos! Nuestros latiguillos nos acompañaban también en aquel estado. Descubrirlo fue, sin dudas, la llave que abrió esa puerta hacia lo impensado, aunque no puedo afirmar que no haya sido pensado o esperado. Cruzamos esa puerta sabiendo matemáticamente lo que deparaba, y a partir de ese momento todo comenzó a fluir. Nos sumergimos en una dimensión totalmente inalcanzable, indescriptible e intensa. Nos invitamos a pasear por galerías de pensamientos compartidos, pensamientos que distan absolutamente de lo superficial, tuvimos diálogos sin necesidad de emitir palabra alguna, nos mostramos sentimientos que hasta estaban fechados, coincidimos en lo piromaníaco de nuestro juego, compartimos imágenes, frases, canciones, razonamientos, miró a través de mis ojos y yo miré a través de los suyos, hicimos de dos mentes tan sólo una.
La despedida no podía ser de otra manera: intercambiamos un par de pensamientos, nos besamos mentalmente y acordamos un "Nos hablamos".