Out of the closet

Sí. Y qué? Me ha pasado unas tres o cuatro veces. Hasta cinco quizás. Pero en esta ocasión relataré una y no más que una, totalmente suficiente though.

Incomoda en el mini bus, as usual, que me transporta desde mi casa hasta el trabajo a las 6 de la matina, me dispongo a disfrutar de una...siesta podría llamarse? interrupción del estado de vigilia? nap? whatever. Reclino el asiento hacia atrás, me reacomodo de forma tal que el brazo del señor de al lado no se hunda tanto en mi panza, cierro los ojos y chau. 35 minutos ininterrumpidos hasta la bajada a 9 de Julio. De repente escucho a los lejos, pero como acercándose, un tremendo JJJHJJJJHJJJJHJJJJHJJJHJJJJHJJJJHJJJHJJJH, asustada me despierto y tras 14 segundos (contados y verificados por autoescribano) me doy cuenta de que la del ruido era yo, y que ese ruido salió de mi boca, y que todo el mini bus estaba en total silencio, y que todas las miradas estaban puestas en mi persona, y que me había mandando un flor de ronquido. Ronquido tal que hasta me despertó a mí. Gran cosa. Lo curioso es que fue uno sólo. Uno solito pero bien escandaloso. La mirada de reojo del señor de al lado, que me seguía clavando su codo en mi estomago, aumentaban mis ganas de que me trague el pavimento. Bueno señor, tampoco estoy robando. Ni que fuera María Julia!. Bordó hago como si nada y con cara de concentración me pongo a buscar en mi mochila quién sabe qué hasta llegar a Belgrano en donde debo bajarme. Nunca esas 8 cuadras fueron taaaan largas, by the way. Una vez arribando a mi destino, me levanto y cual Pampita desfilando lenceria me dirijo hacia la puerta y lo saludo al chofi (rogando que aunque sea él no me haya escuchado, porque obviamente en esta ocasión no lo tenía a Majul a todo volumen proponiendo esas encuentas pedorras para que la gente llame y vote). Y menos mal que la puerta cierra sola, porque sino me tenía que dar vuelta a cerrarla y ver a todos sacándome la lengua y haciéndome burla.

Que lo parió!