sábado, febrero 19, 2005

Mother...

Ya van casi 20 años. Sos lo que más amo en la vida y tenés el primer lugar garantizado para siempre. Sos una de las únicas personas, si no la única, que me mira y sabe exactamente lo que estoy sintiendo o hasta lo que estoy por sentir. La única capaz de bancarte toditas mis manías. La que siempre lleva en su cartera cubiertos con mango plástico, por si alguna vez los necesito ante la fatal amenaza de los cubiertos con mango de madera. La que me hacía mil veces las trenzas antes de ir al colegio hasta que quedaran perfectas y me ayudaba a alisar las medias can-can porque sabía que detestaba las arruguitas en los zapatos. La que todas las mañanas, absolutamente todas, desde que iba al jardín de infantes hasta ahora para ir al work, me despierta con un beso en la mejilla porque sabe que nunca me voy a poder levantar con el despertador. La que tiene como madre, encima, a la mejor abuela del mundo. La que me defendió y bancó en situaciones díficiles, esas en las que sólo una persona muy fuerte puede soportar. La que me hizo la mejor torta de cumpleaños ever, una torta gigante con la cara de Frutillitas, llena de colores y super rica. La que todos los días trata de contagiarme esa simpatía, amabilidad y hospitalidad que tanto te caracterizan porque insistís en que si no se me va a llenar de arrugas la cara. La que me abraza todo el tiempo sabiendo muy bien que me molesta el excesivo contacto físico basándote en la teoría de que tenés todo el derecho a abrazarme porque me tuviste 9 meses en tu vientre (y ni siquiera fueron 9) . La que cuando yo era más chiquita me llevaba todos los viernes al Centro Atómico de Ezeiza, me mostraba cuál era su trabajo, qué era lo que hacía y después me llevaba a almorzar pizza. La única autorizada a llamarme "Florcita" o "Natushka". La que se puso a llorar cuando un día le regalé un dibujo que había hecho de dos mariposas y le dije que una se llamaba Silvia y la otra Natalia y que eran especiales porque eran las únicas dos que en la infinidad de su sólo día no se habían separado ni un segundo, poniéndolo en un cuadrito que hasta el día de hoy sigue teniendo en su mesita de luz. Sos la que aromatiza mi cuarto con un vasito lleno de agua y azahares del limonero porque sabés que me encanta. La que cuando un 6 de enero a la madrugada me levanté porque sentía ruidos y te encontré vaciando el agua y el pastito para los camellos de los reyes magos, inventó automáticamente que se asustó porque nunca antes los reyes habían sido tan ruidosos y entonces estaba preocupada por los camellos y quería ver si necesitaban ayuda, todo por no desilusionarme a los 5 años. La que me cuida y me incentiva en todo.

Y tenemos formas de pensar muy distintas, casi opuestas, lo sabés, pero cada una respeta la opinión de la otra. Y lo aprendí de vos, fuiste vos quien me lo enseñó. Siempre me entendés, me escuchás con entusiasmo y me decís cosas lindas. Discutimos, obvio. Pero últimamente bastante, y no quiero. Porque en esas situaciones suelo herir mucho con las palabras, es esa mi arma de defensa y aunque no la quiera usar inevitablemente disparo. Y te disparo a vos, a quien más quiero. So please, dejame aprovechar esta suerte de confesionario (que quizás alguna vez leas o quizás no) para decirte que me hace mal y me duele cuando a veces te trato mal. Lo peor es que soy consciente de que te estoy tratando mal sin merecerlo y cuanto menos quiero hacerlo más lo hago. Me dá mucha rabia ver como todos se aprovechan de tu bondad y buena predisposición para con todo, pero más rabia me dá darme cuenta de que yo soy una de las que se abusa. Y creeme, mami, que me mata . Me mata en serio.
Y sufro porque encima sé que vos sabés que a mí me hace mal tratarte mal. Es una cadena. Tengo que aprender a pensar un poquito las cosas antes de vomitarlas de tal manera, sobre todo tratándose de vos. Al resto (sobretodo a tu esposo) no se le puede obligar a tratarte como es debido, pero yo sí siento esa obligación y el tomarlo como una obligación, al mismo tiempo, me desgarra porque lo tendría que hacer de manera natural.

No me gusta para nada la vida de mierda que estás llevando, sin embargo, siempre estás contenta y satisfecha si a alguien más le hacés bien. No puedo dejar de preguntarme y repreguntarme si realmente viviendo así sos feliz y te sentís satisfecha. Estás realizada? No tenés vida social; desde que tengo memoria nunca escuché a papá decirte algo lindo, siempre pretende que su cena esté lista para cuando él ya esté en la mesa, que su ropa esté limpia y disponible para cuando él la necesite, y a vos te hace bien atenderlo, lo amás, no hay dudas, pero te subyugás a eso. Ahora cuando vos le preguntás si algo te queda bien, si le gusta tu nuevo corte de pelo o lo que sea, él se da media vuelta y te ignora; en estos últimos meses estás 100% dedicada al tío, lo cual es lógico porque realmente te necesita, pero no estás en casa en todo el día y encima te sentís culpable por eso. Salvando lo especial de la situación del tío, no quiero esa vida para vos. Te merecés todo lo mejor del mundo, y aunque sea una frase hecha, es lo que siento. Es tiempo de que recibas aunque sea un poquito de todo lo que entregás. Sé que creés mucho en Dios, y eso te ayuda, te dá fortaleza. Pero permitime pedirle a ese Dios que empiece a equilibrar un poco la balanza y retribuya. Es hora no? Porque no quiero ni pensar en la idea de que...NO, me niego. Y si bien, o soy así o me construí un escudo protector, no soy de llorar, estas lágrimas en este preciso momento las siento como medicina y me calman un poco el dolor interno que opté por disfrazar.

Te lo dije en alguna ocasión, no te gustó, pero ese es mi deseo, es lo quiero. Primero yo.

Nunca podría sin vos.

No hay comentarios.: